ENTREVISTA
A finales del año 2011, iniciaron una campaña de recogida de firmas en apoyo de un documento que lleva por títuloManifiesto a favor de una psicopatología clínica, que no estadística. En este momento, como final de la campaña, han elaborado ustedes un dossier donde se recogen las diferentes acciones que se han puesto en marcha en este tiempo. ¿Podría indicarnos, en primer lugar, quiénes han sido los promotores de esta iniciativa? ¿Qué les llevó a plantear e impulsar esta propuesta?
Espai Freud es el nombre de la comisión gestora compuesta por 25 profesionales psi de distintas orientaciones y trayectorias que cuenta con el apoyo de los 50 grupos, asociaciones e instituciones psicoanalíticas de Barcelona.
Los objetivos de Espai Freud son promover, organizar debates, actividades y difusión del psicoanálisis a través de jornadas, mesas redondas, exposiciones, ciclos de cine, etc. Espai Freud mantiene un diálogo interdisciplinar permanente con la cultura y entorno en el que trabajamos.
En febrero del 2010 Espai Freud llevó a cabo una campaña de sensibilización para detener la incorporación en el nuevo Código Civil Catalán del tratamiento ambulatorio involuntario, es decir, obligatorio y por supuesto exclusivamente farmacológico, más conocido como TAI.
Dado que se consiguió que el Parlamento de Cataluña rechazara el TAI, Espai Freud inició otra campaña de sensibilización, esta vez en contra de la obligatoriedad de usar las clasificaciones internaciones (DSM y CIE) ya que, en cada reedición y cada vez más, establecen sus categorías con base a criterios e intereses extra clínicos, con las nefastas consecuencias sobre los sujetos de una etiqueta psicopatológica y sus efectos de arrastre y cronificación.
Consideramos que la obligatoriedad que tienen los países miembros de la OMS de seguir el criterio único de diagnosis estadística de ese organismo, tiene que ser compatible con que los criterios de diagnosis que se utilizan en la clínica sean exclusivamente clínicos. No pueden anteponerse criterios político-administrativos al del interés de la salud de las personas, ya que se supone que los primeros deben estar al servicio de la población y no a la inversa. Máxime cuando estos criterios se han convertido, no en una puesta en común estadística de las patologías existentes en los distintos países, como fue el origen de estas clasificaciones internacionales, sino que se imponen como manual de diagnóstico clínico y único, en cada vez más áreas disciplinarias, censurando el saber sobre la patología psíquica de las diferentes teorías con las que se ha trabajado y se trabaja.
Si dentro de nuestro colectivo de profesionales co-existen diferentes enfoques psicopatológicos, esta pluralidad no puede ser reducida al pensamiento único político-administrativo.
Por todo ello, Espai Freud elaboró el Manifiesto a favor de una psicopatología clínica, que no estadística. Con su publicación el 14 de abril de 2011 se inició la campaña de sensibilización que se ha internacionalizado con la aparición de manifiestos en Argentina, Brasil, Portugal y Francia, así como diferentes plataformas de profesionales psi en Norteamérica, Autralia y Gran Bretaña, que van desde querer reformar las clasificaciones internacionales CIE y DSM, a pedir directamente su abolición, en tanto que nos están causando más problemas que soluciones.
Tres años después damos por finalizada esta campaña con la publicación de un dossier informativo donde se reproducen los diferentes manifiestos, los apoyos recibidos y plataformas antes citadas. Nuestro manifiesto ha recibido el apoyo de 283 entidades, grupos, instituciones o asociaciones de profesionales psi y 8.500 firmas de profesionales psi que también lo han querido firmar a título personal. Los colegas interesados pueden tener acceso al dossier a través del siguiente enlace: http://www.xoroi.com/imgs/dossier_manifiesto.pdf
Brevemente, ¿cuáles son las principales reivindicaciones y proposiciones que se presentaban en este manifiesto?
Digamos que la principal reivindicación se podría resumir en una frase: que las clasificaciones internacionales vuelvan a sus orígenes. Estos manuales fueron confeccionados para poder establecer una estadística de los trastornos mentales en los diferentes países. Así, sus primeras ediciones buscaron un consenso entre las distintas corrientes teóricas existentes y su utilización estaba delimitada al establecimiento de los porcentajes de las patologías que se producían en los distintos territorios, es decir, su razón era epidemiológica. Poco a poco, y sobre todo dentro del ámbito de la psiquiatría americana, se fue tomando como un manual de psicodiagnóstico clínico, desprendiendo un halo cada vez más a-teórico y descriptivo, muy unido a la psicofarmacología, y donde la patologización de lo humano ha ido in crescendo en cada reedición hasta límites alarmantes incluso para aquellos que formaban parte de su elaboración. Si a esto le añadimos que estos manuales también se han convertido en las piezas centrales de “diagnóstico” de la enseñanza académica dentro del mundo psi, y que además se potencia su utilización diagnóstica en otros ámbitos como el escolar, judicial, mutuas de salud, etc., se está distorsionando el papel epidemiológico que cumplía y está reemplazando a lo que sería un verdadero diagnóstico clínico.
Así pues, reivindicamos un auténtico diagnóstico clínico que tendría como referencia una determinada concepción teórica positivizada de los sujetos, es decir que no sólo se base en supuestos trastornos y su anulación, sin remisión explícita a ningún modelo teórico, sino que considere a lo humano en toda su amplitud y desarrollo, pudiendo ubicar bien a qué tipo de sufrimiento nos enfrentamos y cuáles son los recursos más adecuados. Diagnosticar no es relacionar cosas con cosas -que por lo general se pueden encontrar en la mayoría de las personas que comparten un determinado contexto histórico-cultural- sino establecer una clara diferenciación, delimitación coherente a través de los operadores con los que cuentan las distintas teorías psi, del padecimiento humano.
Y consecuencia de lo anterior vendría la tercera reivindicación, la de que estén contempladas, al menos en igualdad de condiciones, los distintos tratamientos a los que pueden acceder quienes sufren algún tipo de problemática o conflicto psíquico, permitiendo así la posibilidad de que los sujetos ayudados por los profesionales encuentren por sí y en sí mismos las herramientas para superarlos, aprendan a gestionarlos y vuelvan a ser independientes. Todo esto opuesto a la cronificación y dependencia de profesionales y sustancias que generan el etiquetaje y tratamientos psicofamacológicos que se derivan de la utilización de los manuales internacionales como método de diagnóstico.
¿Cuáles son las alternativas que proponen ustedes a la visión imperante dentro del al ámbito actual de la psicopatología clínica?
En principio denunciar, precisamente, que la visión imperante en el ámbito actual de la psicopatología clínica, no es clínica sino estadística.
El último punto de nuestro dossier informativo sobre la campaña internacional a favor de una psicopatología clínica, que no estadística, aportamos alternativas al peligro que supone para la clínica de las sintomatologías psíquicas, que los futuros clínicos estén formateados, deliberadamente, en la ignorancia de la psicopatología clásica y de las distintas teorías psi, pues, éstas responden a la necesaria dialéctica entre teoría y clínica, entre saber y realidad. Psicopatología clásica y clínica que ya no se enseña en nuestras facultades de psicología ni en los programas de formación de los MIR y PIR. Sostenemos que el desconocimiento de los fundamentos de la psicopatología, supone un escotoma importante a la hora de explorar a los pacientes y, en consecuencia, una limitación más que considerable a la hora de diagnosticar.
De las alternativas que figuran en nuestro dossier a la existencia de un Código de Diagnostico Único Obligatorio y Universal,destacamos las que siguen:
Que nuestras autoridades sanitarias, universidades y colegios profesionales se abstengan de tomar partido respecto a un único manual y que se tome en consideración las distintas psicopatologías existentes y cuya garantía epistemológica viene dada por la consistencia de las teorías y prácticas subyacentes. En definitiva, que cese el autoritario seudo-científico del pensamiento y tratamiento único -terapias tipificadas para trastornos formateados- por el menosprecio que supone a las diferentes teorías y estrategias terapéuticas, y a la libertad de elección de los pacientes.
Y que si se considerara necesario un consenso de conceptos de salud mental o patología psíquica, se haga entre clínicos y entre las diferentes corrientes existentes, tanto a nivel estatal como e internacional, mediante la formación de grupos de trabajo o comisiones donde esté garantizada la independencia absoluta respecto a todo grupo de influencia, público o privado, y en particular de la industria farmacéutica.
Para finalizar, ¿desea añadir alguna otra cuestión?
En nuestro afán por seguir cuestionando la existencia de una salud psíquica estadística o normativa, así como la impostura clínica e intelectual de los términos desorden, enfermedad o trastorno mental, reivindicamos los trabajos de nuestros colegas de profesión: “La invención de los trastorno mentales” de Marino Pérez Álvarez (Alianza, 2007) y “La invención de las enfermedades mentales” de José María Álvarez (2ª edición Gredos, 2008).
También queremos recordar el valiente y coherente posicionamiento de la División Clínica de la Asociación Británica de Psicología (ver Infocop del 16/5/2013 y dossier pag.84), al proponernos un cambio de paradigma en Salud Mental, en tanto que reconocen como ineficaz el modelo biomédico y las clasificaciones internacionales DSM y CIE para comprehender y tratar las patologías psíquicas.
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